viernes, 18 de diciembre de 2009

Milagros en la boca del infierno.


Los pecados capitales no lo son
Capital es aquella que ocupa el nombre de las ciudades
Ciudades con gente que erra y acierta
Espera en su alma los destierros de su propia liviandad
Exige de sí mismo lo que puede y lo que no
Aprende y desaprende aún con mayor facilidad
Entrega lo que gana y no gana lo que entrega
Pisa fuerte sobre el suelo
Y se aplasta bajo del cielo
Enojado con dios y amigos de las diabluras
Dan su alma en sí mismos
Y sabiendo aun lo que ignoran que saben
Esperan redención por dar una migaja en medio del desierto
Hacen en sí lo que no desean que los demas les hagan
Sienten, piensan, vomitan y comen
Sacian en su beber los vinos del vecino
Cuya uva parece más dulce que la que crece en su propio jardín
Y no por nada somos lo que somos
Pecadores excluidos de responsabilidad
Pues al beber de una copa un sacerdote nos toca
Con un sermón elaborado o simple como una hoja en el viento
Y con él nuestra conciencia liberada como el agua que fluye
empezamos nuevamente nuestra jornada hacia la tierra
Cavando un nuevo ataúd cada vez mas profundo
Del que resucitamos una y otra vez
Con la mente vacía y el estómago hambriento
Volvemos a comer la carne y el pan del ungido
Y cuando se cierre nuestro ataúd seremos
Comida de gusanos, pero sólo por un tiempo
Miraremos las manos del que algun día nos creó
Y no sabremos nada, realmente nada,
Sin ser y siendo sin…